Cada
mes de junio, mi hija me reta pidiendo una tarta a medida para su cumpleaños.
Esta vez, debía ser de fresas, sin nata y sin textura mousse. Encontrar las
fresas, que ya habían desaparecido de las fruterías, fue el primer tropiezo,
pero una vez halladas, tengo que decir que la prueba fue superada con éxito.
Ingredientes:
¾ k. Fresas
200 gr. Queso crema
½ l. Leche
5 Cucharadas soperas colmadas de azúcar glas
2 Sobres para preparar cuajada
4 Cucharadas colmadas de mantequilla
20 Galletas tipo digestive de avena
Preparación:
Se trituran las galletas, se colocan en un bol amplio y se mezclan con la mantequilla previamente
fundida en el microondas. Con ayuda de las manos, se forma una masa y se coloca
en un molde (desmontable) como base de la tarta. Se presiona bien con la palma
de la mano para que no se muevan las galletas al echarle el relleno.
Se introduce en el congelador unos 10 minutos para que se
endurezca.
Mientras tanto, se lavan las fresas y se eligen las más
bonitas y de tamaño parecido para adornar el pastel. El resto, se limpian de
tallos, se ponen en el vaso de la batidora y se trituran.
A continuación, se cuela el zumo de fresas y se vuelve a
colocar en el vaso. Se añaden el azúcar
y el queso y se bate todo hasta que queda una crema homogénea.
Con las fresas más bonitas, se hace el adorno de la
tarta. Para ello, se cortan por la mitad y se colocan sobre la base de galletas.
La parte interior de las fresas se ponen pegadas al borde del molde. Se reserva
en la nevera hasta el momento de rellenar la tarta.
Para hacer la cuajada, lo más conveniente es seguir las
indicaciones del fabricante. Normalmente consiste calentar un cuarto de litro
de leche, mientras el otro cuarto restante se vierte en un bol y se mezcla con
el contenido de los sobres de cuajada. Cuando la leche del cazo comienza a
hervir, se echa sobre la leche fría. Se coloca toda la leche al calor hasta que
hierve de nuevo, removiendo constantemente. Una vez que comienza espesar, se aparta
del fuego y se agrega a la crema de fresas.
Se rellena con
este preparado el molde con la base de galletas y las fresas y se cubre “a
piel” con papel film. Se mete en el frigorífico al menos cuatro horas antes de
consumir.
Para desmoldar la tarta fácilmente, hay que darle calor a
las paredes del molde, bien con paños calientes o con un secador. Se pasa un
cuchillo o paleta por los laterales para ayudar a desprender el relleno y se
sirve muy fría y adornada con más fresas a gajos en la superficie.
Consejos:
Para triturar las galletas, lo mejor es una picadora o
meterlas dentro de una bolsa resistente (como las de congelar) y machacarlas
dándoles con un mortero.
En cuanto a la cantidad de fresas, es orientativa, ya que
para conseguir los 250 ml. de zumo pueden necesitarse más o menos, dependiendo
de la madurez y jugosidad de las mismas.
En referencia a las galletas, elegí las de avena porque
me gustan mucho su sabor y la textura me resulta interesante como contraste a
la finura de la crema. Por supuesto puedes emplear las que más te gusten.
Una advertencia es no demorarse en rellenar la tarta una
vez tenemos hecha la cuajada, ya que comienza a espesar con una velocidad vertiginosa.
Por último, si no quieres complicarte con la decoración
(que conste que la que propongo es muy fácil) puedes hacer un jugo de fresas y
azúcar, colarlo y verterlo sobre la superficie.
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