Desde
que se generalizó el consumo del risotto en nuestro país, la paella ha dejado
de ser la única forma de comer arroz los domingos. Mi receta de este plato
italiano es una adaptación de todas las que he ido probando a lo largo de los
años. Es sencilla, pero suculenta.
Ingredientes:
300 gr. Arroz de grano redondo
1 cebolla mediana
2 cucharadas soperas de mantequilla
1 cucharada sopera de aceite de oliva virgen extra
1 l. Caldo de pollo
½ Copita de vino
blanco oloroso
100 gr. Queso parmesano
Azafrán en hebra
Sal
Preparación:
Poner a calentar el caldo de pollo. Mientras tanto, en la
cacerola en la que se va a hacer el risotto, poner a derretir la mantequilla
junto al aceite de oliva y añadir la
cebolla picada fina. Hacerla muy
lentamente hasta que adquiera un ligero
dorado. Agregar el arroz y sofreír unos segundos. Verter el vino y dejar que
reduzca. Hacer un hueco en la cacerola y poner las hebras de azafrán para que
le llegue el calor de forma más directa y remover a continuación. Por último,
echar un cucharón de caldo de pollo caliente y remover. A medida que el arroz
vaya absorbiendo el caldo, se va añadiendo más poco a poco, moviéndolo de forma
constante. Comprobar el punto de sal y, una vez que el arroz está en su punto,
introducir el queso parmesano rallado. Apagar el fuego, mezclar y servir
inmediatamente.
Consejos:
El secreto de este plato está en remover constantemente
para que el arroz desprenda su almidón y adquiera una textura cremosa con el
caldo.
También recomiendo comprar un trozo de queso parmesano y rallarlo en el momento. Aunque no
tengo motivos fundados para ello, desconfío de los que vienen ya rallados.