Creo
que a estas alturas está claro que el pollo y la berenjena me encantan, ya sean
juntas o separadas. Mi amiga Carmen me comentó el otro día que había
descubierto que era intolerante a esta verdura y, sin querer decirle nada,
pensé en lo que duro que sería para mí
prescindir de ella.
4 Filetes pechuga de pollo
3 Berenjenas pequeñas
1 Cebolla
1 Puerro
2 Dientes ajo
1 Vaso vino blanco
Aceite de oliva virgen extra
Agua
1 Cucharadita comino en grano
1 Cucharadita comino molido
1 Cucharadita pimentón dulce
1 Cucharadita orégano
Sal
Pimienta recién molida
½ Taza salsa de tomate frito
Preparación:
Se cortan las berenjenas a cuadraditos, se salan y ponen en
un escurridor durante una media hora para que no amarguen.
En una cazuela con un chorrito de aceite se dora el pollo
en trozos similares a los de la berenjena y se reservan.
En ese mismo aceite, se pocha la cebolla, el puerro y los dientes de ajo previamente
cortados en brunoise (dados pequeños).
Se seca la berenjena con papel de cocina y se añade al
sofrito anterior, rehogándola hasta que
comienza a estar blanda.
Se agregan el pollo, el pimentón, el tomate frito y las especias.
A continuación, se vierte el vino y se deja hervir unos
segundos para que pierda el alcohol.
Se cubre con agua y se deja cocinar a fuego medio hasta que
la berenjena está tierna, pero sin perder la forma.
Consejos:
La berenjena se puede pelar o tomarla con la piel; sin embargo,
a mí no me agrada ésta a no ser que sea
frita. He notado además que cuando la he tomado me ha resultado un tanto
indigesta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario