El
pollo asado está muy rico, pero, a veces, o bien todos quieren la pechuga,
o necesitaríamos un pollo por comensal
para quedar saciados. Estas razones y mi tendencia natural a complicarme en la
cocina, me llevaron hasta esta receta, a la que acudo muy a menudo.
Ingredientes:
1 Caja de láminas de canelones o lasaña
1 Pollo asado y desmenuzado
400 gr. Espinacas congeladas en hojas
2 Zanahorias
1 Cebolla
2 Dientes de ajo
Aceite de oliva virgen
extra
Sal
Pimienta
Nuez moscada
6 Cucharadas de harina
1 litro de leche (la que se tome en casa, entera, semi o
desnatada)
50 gr. Queso parmesano para gratinar
Preparación:
Se sofríen la cebolla y el ajo picados en un chorrito de
aceite de oliva virgen. Cuando empiezan a tomar color, se añaden las zanahorias
ralladas. Una vez están blandas, se apaga el fuego
Por otro lado, se ponen las espinacas congeladas en agua
hirviendo con sal hasta que quedan sueltas. Se escurren muy bien y se vierten
en la sartén con el sofrito. Se introduce también el pollo asado y desmenuzado.
Se hidratan las láminas de pasta como indica el
fabricante.
Mientas tanto, se hace la bechamel. En una cacerola o
sartén grande, se ponen unas seis cucharadas de aceite de oliva virgen extra. Se añade la harina y se revuelve con una
varilla. Cuando están bien integrados la
harina y el aceite, se vierte poco a poco la leche fría, removiendo
constantemente para que no se pegue.
Comprobar el punto de sal y agregar la nuez moscada y la pimienta recién
molidas. Una vez ha cocido y tiene la
cremosidad adecuada, se echa un poco en las verduras con el pollo y se liga bien, de forma
que quede una masa espesa, pero jugosa, que nos permita rellenar cada canelón.
Para terminar, se cubre el fondo de la bandeja de horno
con salsa bechamel. Sobre ésta, se colocan los canelones rellenos. Se cubre con
el resto de la salsa y se distribuye encima
el queso para gratinar. Se mete en el horno (precalentado previamente)
durante unos 20 minutos a 200 grados, hasta que la superficie está dorada.
Consejos:
El pollo puede asarse en casa o comprarlo preparado, bien sea precocinado o
en el asador de tu barrio.
En cuanto a la bechamel, también se puede adquirir ya cocinada,
aunque confieso que a mí no me cuesta nada hacerla y, en cambio, el sabor y la
textura son muy distintos. Suelo prepararla con aceite de oliva para no aportar
mucho colesterol, pero la mantequilla va estupenda para esta salsa, e incluso
combinar las dos.
Asimismo, en el fondo de la bandeja se puede poner una base de bechamel u
otra salsa, como por ejemplo, de tomate, o simplemente untarla con una grasa como es la mantequilla
o el aceite.
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