Para
compensar los excesos del fin de semana, recomiendo un plato ligero y sano a
base de quínoa, brócoli y cebolla frita.
Si a alguien le parece demasiada penitencia vegetariana, debe probarlo antes
y, en todo caso, siempre le queda la posibilidad de flagelarse el corazón con
un buen chuletón.
Ingredientes:
1 Taza de quínoa
½ Cebolla morada picada
Hierbabuena fresca
Zumo de limón
Aceite de oliva virgen extra
Sal
Pimienta recién molida
1 Brócoli
1 Tarro de cebolla frita (preferiblemente ecológica)
Preparación:
El primer paso es cocer la quínoa tal y como indica el
fabricante. Suele estar lista en unos 15 minutos, pero depende del tipo de
grano, por lo que siempre es aconsejable seguir las instrucciones del paquete e
ir probando la consistencia para que no
se pase.
Mientras tanto, se lavan los ramilletes de brócoli y se
cuecen en abundante agua salada. Una vez que se pincha el tallo y está tierno,
estará en su punto. Se reserva al calor y se aliña con un toque de pimienta y aceite
de oliva.
Cuando la quínoa está hervida, se pasa a un bol donde la
condimentamos con la media cebolla picada fina, el zumo de limón, sal y unas
cucharadas de aceite de oliva virgen extra. Por último, se añaden unas hojas de
hierbabuena fresca.
Para montar el plato, se pueden mezclar el tabulé de quínoa,
el brócoli y la cebolla frita en forma de ensalada o colocarlos como en la
foto.
Consejos:
La quínoa permite múltiples variaciones, en caliente, en
frio, en forma de tabulé (como este caso) en sopa, o cocinada como si se
tratara de arroz. Sus muchas virtudes son ensalzadas a menudo por cocineros y
nutricionistas, si bien, el aumento de la demanda puede provocar una irrupción
en el mercado de quínoa que no tiene la calidad necesaria. Por eso mi consejo
es adquirirla en establecimientos de confianza. Otra advertencia es el precio,
ya que a diferencia del cuscús, la quínoa es un producto caro.
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