jueves, 25 de junio de 2015

TORTAS DE ALMENDRAS (TIPO ARDALES)


 
La receta es de mi amiga Rocío, de La Cuchara Perversa (http://lacucharaperversa.blogspot.com.es). Coincidimos en el instituto y, al cabo de los años, también en la pasión por la cocina. En su blog, no sólo encontramos ricas recetas como estas tortas, también unos relatos llenos de humor y espontaneidad. Literatura y gastronomía van de la mano.
 
Ingredientes:
200 gr. Almendra molida
100 gr. Azúcar
1 Huevo
Canela en polvo (al gusto)
Ralladura de un limón
Almendras enteras para decorar
 
Preparación:
Precalentar el horno a 200 grados.
Mezclar todos los ingredientes en un bol y meterlos en la nevera un par de horas para que la masa repose.
Cubrir una bandeja de horno con papel  vegetal.
Para formar las tortas, se hacen bolitas del tamaño de una albóndiga y se aplastan levemente. Se colocan en la bandeja, dejando un poco de separación entre unas y otras. Se decoran con una almendra entera y, si se desea, con azúcar.
Finalmente, se introducen  en el horno.
Pasados unos 12 minutos, estarán doradas y listas para consumir una vez que hayan enfriado sobre una rejilla.
 
Consejos:
Esta receta es sumamente fácil y el resultado exquisito. Desde que las he hecho, me he dado cuenta de cómo he gastado el dinero en pastas de almendras, nueces o piñones cuando era tan sumamente cómodo hacerlas en casa.
La única complicación, que no era tal, es que, al no disponer de almendra molida y tener la urgente y caprichosa necesidad de elaborarlas en ese momento, tuve que pelar las almendra que tenía y  molerlas. Esto dilató un poco el proceso, pero nada más.
Por si te encuentras en la tesitura, para pelar las almendras basta con sumergirlas unos segundos en agua hirviendo, colarlas y, al apretarlas, la piel sale prácticamente sola. Eso sí, para esta receta, tuve que secarlas bien y triturarlas en la picadora.
Por lo demás, la masa no tiene ninguna complicación, ya que al no llevar harina, se integran los ingredientes de maravilla.
Como pensé que quedaría una consistencia pegajosa, la envolví en papel film para meterla en la nevera esas dos horas. Como precaución para que los ingredientes compacten  bien me parece correcto, pero al contrario de lo que pensé, la masa se trabaja y maneja de maravilla.
En cuanto a la canela, Rocío recomienda  una cucharadita de esta especia, pero en casa no gusta tanto como a mí y sólo le espolvoreé un poquito. En cambio, me explayé con la ralladura del limón, cuyo aroma me seduce más que George Clooney.
También aconsejo poner el horno por arriba y abajo para que se hagan a la vez y  no correr el riesgo de que la  base esté muy dorada y la superficie cruda. Al menos, en mi horno que es eléctrico, me funciona mejor así.
Por cierto, Ardales es un pueblo precioso de Málaga donde se come de maravilla.
Y una última advertencia, no dejar que los extremadamente golosos entren en la cocina cuando se está preparando la masa; cruda es tan rica que se corre el riesgo de no esperar al horneado. Lo digo por experiencia.

jueves, 18 de junio de 2015

TARTA DE CUAJADA DE FRESAS


 
Cada mes de junio, mi hija me reta pidiendo una tarta a medida para su cumpleaños. Esta vez, debía ser de fresas, sin nata y sin textura mousse. Encontrar las fresas, que ya habían desaparecido de las fruterías, fue el primer tropiezo, pero una vez halladas, tengo que decir que la prueba fue superada con éxito.
 

Ingredientes:
¾ k. Fresas
200 gr. Queso crema
½ l. Leche
5 Cucharadas soperas colmadas de azúcar glas
2 Sobres para preparar cuajada
4 Cucharadas colmadas de mantequilla
20 Galletas tipo digestive de avena 

Preparación:
Se trituran las galletas, se colocan en un bol amplio  y se mezclan con la mantequilla previamente fundida en el microondas. Con ayuda de las manos, se forma una masa y se coloca en un molde (desmontable) como base de la tarta. Se presiona bien con la palma de la mano para que no se muevan las galletas al echarle el relleno.
Se introduce en el congelador unos 10 minutos para que se endurezca.
Mientras tanto, se lavan las fresas y se eligen las más bonitas y de tamaño parecido para adornar el pastel. El resto, se limpian de tallos, se ponen en el vaso de la batidora y se trituran.
A continuación, se cuela el zumo de fresas y se vuelve a colocar en el vaso.  Se añaden el azúcar y el queso y se bate todo hasta que queda una crema homogénea.
Con las fresas más bonitas, se hace el adorno de la tarta. Para ello, se cortan por la mitad y se colocan sobre la base de galletas. La parte interior de las fresas se ponen pegadas al borde del molde. Se reserva en la nevera hasta el momento de rellenar la tarta.
Para hacer la cuajada, lo más conveniente es seguir las indicaciones del fabricante. Normalmente consiste calentar un cuarto de litro de leche, mientras el otro cuarto restante se vierte en un bol y se mezcla con el contenido de los sobres de cuajada. Cuando la leche del cazo comienza a hervir, se echa sobre la leche fría. Se coloca toda la leche al calor hasta que hierve de nuevo, removiendo constantemente. Una vez que comienza espesar, se aparta del fuego y se agrega a la crema de fresas.
Se  rellena con este preparado el molde con la base de galletas y las fresas y se cubre “a piel” con papel film. Se mete en el frigorífico al menos cuatro horas antes de consumir.
Para desmoldar la tarta fácilmente, hay que darle calor a las paredes del molde, bien con paños calientes o con un secador. Se pasa un cuchillo o paleta por los laterales para ayudar a desprender el relleno y se sirve muy fría y adornada con más fresas a gajos en la superficie. 

Consejos:
Para triturar las galletas, lo mejor es una picadora o meterlas dentro de una bolsa resistente (como las de congelar) y machacarlas dándoles con un mortero.
En cuanto a la cantidad de fresas, es orientativa, ya que para conseguir los 250 ml. de zumo pueden necesitarse más o menos, dependiendo de la madurez y jugosidad de las mismas.
En referencia a las galletas, elegí las de avena porque me gustan mucho su sabor y la textura me resulta interesante como contraste a la finura de la crema. Por supuesto puedes emplear las que más te gusten.
Una advertencia es no demorarse en rellenar la tarta una vez tenemos hecha la cuajada, ya que comienza a espesar con una  velocidad vertiginosa.
Por último, si no quieres complicarte con la decoración (que conste que la que propongo es muy fácil) puedes hacer un jugo de fresas y azúcar, colarlo y verterlo sobre la superficie.

jueves, 11 de junio de 2015

CROQUETAS DE GAMBAS


 
De esta receta, lo que puedo decir es que están tan ricas,  que siempre las he comido calientes, ya que, ni una vez que las preparo, sobra como para comprobar si frías están igualmente buenas. Por algo será….

 Ingredientes: 

Para rehogar las gambas:
1 Cebolla o cebolleta grande
300 gr. Gambas
4 Cucharadas aceite de oliva virgen extra
Sal
Pimienta recién molida 

Para la bechamel:
½ l.  Leche
25 gr. Mantequilla
3 Cucharadas harina
2 Cucharadas aceite de oliva virgen extra
Sal
Pimienta recién molida
Nuez moscada 

Para rebozar:
Harina
Huevo
Pan rallado 

Para freír:
Aceite de oliva virgen extra
 
 
Preparación:
Comenzamos pelando las gambas y troceándolas. Se reservan con sal hasta el momento de usarlas.
Se ponen las cuatro cucharadas de aceite en un sartén mediana y se rehoga la cebolla rallada. Una vez empieza a dorarse, se añaden las gambas y se espolvorea con pimienta negra recién molida. En cuanto comienzan a blanquear, se apaga el fuego.
El paso siguiente es hacer la bechamel del modo tradicional. En un cazo hondo se pone a fundir la mantequilla con el aceite de oliva. Una vez derretida, se añade poco a poco la harina para que vaya ligando con la grasa. Se deja cocer unos segundos y se vierte lentamente la leche fría, sin dejar de remover con una varilla. Se agregan la sal y la nuez  moscada y se mantiene  la bechamel a fuego lento. Estará en su punto cuando empiece a espesar y a separarse de las paredes y del fondo del recipiente.
A continuación, se echan las gambas con la cebolla y se mezcla todo bien, dejando cocinar unos minutos más hasta que la masa vuelve a adquirir la consistencia necesaria para obtener unas croquetas cremosas.
Se pasa a una fuente y, una vez fría, se guarda en el frigorífico un mínimo de tres horas.
Tras reposar en la nevera, se procede a darles forma a las croquetas. La técnica de las dos cucharas está muy bien, pero para conseguir que sean todas iguales, lo mejor es hacerlas sobre la encimera, bien dividiendo la masa con un cuchillo o con una manga pastelera.   
Sobre una superficie enharinada, se pone una tira de masa  y se corta en  porciones del tamaño del que queramos las croquetas. Se pasan por harina, huevo batido y pan rallado y se terminan de moldear antes de freírlas en abundante aceite de oliva caliente. Se depositan en un plato con papel de cocina para que absorba la grasa sobrante y se sirven.
 
Consejos: 

Con las cantidades que he propuesto, salen unas veinte croquetas de tamaño mediano. Así, que te sugiero que calcules el número de croquetas por comensal, en función del apetito de tu familia o amigos.
A la bechamel, yo no le añado caldo resultante de reducir las cabezas y cáscaras de las gambas, pero hay personas a las que les gusta darles este toque de sabor. Personalmente, prefiero dárselo equilibrando la cantidad de gambas y de crema, es decir, más gamba en cada croqueta. También es cierto, que al margen de salir menos económico, es más difícil hacerlas uniformes, pero se consigue con un poco de paciencia.
Sobre la cebolla, prefiero rallarla a picarla, ya que así no se  distingue en la masa. Si  bien, al pocharla empapa un poco más aceite que simplemente cortada.
En cuanto a las gambas, mejor comprarlas enteras y pelarlas justo antes de hacer las croquetas. Las que venden peladas, por lo general, no tienen mucha calidad. Se encuentran  gambas arroceras frescas a precios asequibles y para platos como éste van muy bien.
Asimismo, me gusta trocearlas para notarlas al comerlas, pero no deben  ser  trozos que impidan formar las croquetas.
El momento de freírlas también es muy importante, ya que puede estropearlas que el aceite no tenga la temperatura adecuada o que se echen muchas de una vez.
Otra de las cosas que me gusta hacer, es tenerlas en el frigorífico hasta prácticamente el momento de freírlas. El frio de la nevera forma una costra en el rebozado que hace que no pierdan  la forma y salgan muy crujientes por fuera y muy blandas por dentro.

jueves, 4 de junio de 2015

HUEVOS RELLENOS PICANTES


 
Junio es sinónimo de celebraciones, fiestas, reuniones al aire libre….o, al menos, esa es la percepción que yo tengo por los cumpleaños y santos que  tradicionalmente coinciden en mi familia en este mes. En todo caso, cualquier excusa es buena para disfrutar antes de que llegue el calor intenso y las vacaciones veraniegas. Y como no hay festejo sin comida, os propongo esta tapa.
  
Ingredientes:
6 Huevos camperos pequeños
12 Cucharadas de pisto (puede ser casero o precocinado)
3 Cucharaditas de Tabasco (más o menos, según la tolerancia al picante)
Sal
Agua
Vinagre 

Preparación:
Se cuecen los huevos en abundante agua caliente con sal y un chorrito de vinagre, para que la yema quede centrada y no se rompan al  cocer. 
Mientras tanto, se mezcla el pisto con el tabasco, ligando bien.
Tras cocer los huevos durante unos 12 minutos, se pasan por agua fría y se pelan. Se cortan  por la mitad a lo ancho, y se vacían con cuidado para no romperlos. Se une parte de la yema a la mezcla del pisto y se rellenan.  
Se colocan sobre unas cucharillas de degustación y se sirven fríos. Si no se  quedan de pie, se les corta un poco la base.  

Consejos:
Al poner el huevo en el agua caliente, es mejor ayudarse con una cuchara para no quemarnos.
El pisto puede ser casero o de bote, lo importante es que sea de calidad y los trozos de verdura sean pequeños, para que estéticamente queden mejor.
Se trata de una tapa muy vistosa, rica y fácil de preparar.