De toda la gastronomía
marroquí, de la que soy una admiradora-consumidora, la pastela es mi favorita.
Esa algarabía de sabores especiados, salados y dulces me fascina.
Ingredientes:
4 Cuartos de pollo
2 Dientes de ajo
2 Cebollas grandes
3 Huevos
200 gr. Almendras crudas
Aceite de oliva virgen extra
Pasta filo
Mantequilla
Ras Hanout
Jengibre en polvo
Azafrán en hebras
Pimienta
Sal
Azúcar glas
Canela molida
Preparación:
En una olla grande, se pone un chorro de aceite y se doran los cuartos de
pollo previamente salado. A continuación, se añaden las cebollas y los ajos
picados. Cuando han pochado, se agregan las especias: una cucharadita de ras
hanout, pimienta recién molida, media cucharadita de jengibre, y unas hebras de
azafrán. Se vierte un vaso grande de agua y se deja cocer hasta que el pollo está
tierno, vigilando para que no se consuma todo el líquido y echando más agua si hiciera falta.
Una vez que el pollo está en su
punto, se apaga el fuego y se saca para que enfríe y poder desmenuzarlo.
Mientras tanto, procedemos a dorar las almendras en una sartén con unas gotas de aceite. Una vez fritas, se
parten sobre una tabla con un cuchillo, sin importar que unos trozos queden más
grandes que otros, y se reservan.
Con todo lo que queda en la olla, se
hace un revuelto con dos huevos batidos, sin
que quede muy seco.
Para montar la pastela, se engrasan con mantequilla fundida unas cinco
hojas de pasta filo, cubriendo toda la base de la bandeja de horno elegida, pero
de forma que sobresalgan por los lados. Se introduce en primer lugar el pollo
desmenuzado y se esparcen sobre éste la
mitad de las almendras tostadas; a
continuación, se echa el revuelto de los huevos con el jugo de la olla y se
ponen el resto de las almendras. Se termina cubriendo con la pasta filo que
rebosa por los bordes y tapando toda la superficie con otras tres hojas. Se bate el huevo restante y se
pinta, aprovechando para unir las hojas y que el resultado quede bonito.
Se mete en el horno (previamente precalentado) a unos 180 grados encendido
por ambos lados y con ventilador. Cuando la pasta filo está dorada, se saca del
horno. Para servir, se adorna con azúcar glas y canela en polvo.
Consejos:
Esta es una preparación que no permite realizarla con
antelación para meter en el horno en el último momento, ya que la pasta
filo no queda tan inflada y crujiente
como cuando se monta la pastela para hornearla enseguida.
En cuanto a la cantidad de hojas de pasta filo que se
deben poner, variará dependiendo de la calidad y las marcas. Lo importante es
que la base quede lo suficientemente consistente para que mantenga el relleno,
sin que por ello haya un exceso de masa.
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